Navidad veraniega

Y que tenga que existir la Navidad para que los colegas de toda la vida nos juntemos un día para cenar. Sólo con eso ya me parece que está justificada su existencia.
Estas fechas no me afectan, ni para bien ni para mal, no significan nada especial más que vacaciones y ver a la familia. Me hubiera bastado con cenar un plato de arroz con atún en mi hostel, pero mi amiga china Vivian me invitó a pasar la Nochebuena con su familia, así que mucho mejor. Quién me lo iba a decir a mí, cena de Nochebuena en un restaurante chino con una familia china, y a las 6 de la tarde. Verdaderamente original.
En toda mi vida creo que he ido dos o tres veces a un restaurante chino, y en cinco semanas que llevo en Nueva Zelanda ya he ido dos, la primera en Wellington con mi amigo Alfonso, y ahora con Vivian, sus padres y su hija. La comida me gustó más de lo que me esperaba, de hecho me llevé un tupper con lo que sobró y me lo zampé el día de Navidad. Son una familia muy maja y se están portando increíblemente bien conmigo. 


Y al día siguiente, ¡sushi! Pero esto qué es. Se me van a rasgar los ojos. Santa Claus me ha traido una nueva amiga, profesora de inglés y estudiante de español. También es fan del sushi y en estos lluviosos días en Auckland hemos estado practicando idiomas al cobijo del Starbucks y los restaurantes japoneses. Gracias a ella mi moral respecto al inglés ha subido como la espuma, la entiendo prácticamente todo, me corrige cuando hablo, y podemos hablar en castellano.

Tan seguro estaba de mi capacidad lingüística que me fui a ver el Hobbit. Y claro, lección de humildad. A Gandalf no le entendía ni el “corred, insensatos”, a los enanos ni te cuento, y solo Bilbo me libró de hundirme en la miseria. De vuelta al mundo terrenal me fui a cenar a casa de Vivian, intentamos hacer una tortilla, y volví a liarla parda a la hora de voltearla. Resultado: otra guarnición para el cordero, cocinado por su madre, que estaba para chuparse los dedos.
Será verano pero no ha dejado de llover en los tres días que llevo en Auckland. Mañana nos vamos a Mordor, con dos cojones, la predicción meteorológica es de rayos, truenos, relámpagos y centellas, vas a ver el tito Sauron la que nos prepara, van a llover orcos del cielo.