Junto a la hormigonera llegaron 10 sacos de cemento de 40
kilos cada uno y un camión con una buena carga de tierra y piedras. A descargarlo
todo tirando de riñones y empieza el espectáculo. La mezcla para el hormigón
consiste en cinco partes de tierra y piedras, una de cemento y dos tercios de
agua. A paladas en la hormigonera donde se junta todo a base de vueltas y su
experto ojo sabe cuando echar más agua o más tierra. Mientras tanto yo cargaba
la carretilla, una nueva que funciona de lujo, y a esparcirlo en la parcela.
Las primeras veces el padre de Karl debió verme bastante torpe y desorientado
porque me preguntó que si no había hecho esto nunca, y no daba crédito a mi
negativa. Tampoco se creía que nunca hubiese cortado leña, de hecho cada vez
que me encargan algo me preguntan si lo he hecho alguna vez y, como siempre es
la misma respuesta, se descojonan.
Unas cincuenta carretillas después estaba todo cubierto y ya
solo quedaba alisarlo, y ahí no me dejaron meter mano, entre los dos cogieron
un tablón largo y lo dejaron como una balsa de aceite. Listo por hoy, a esperar
a que se seque, que parece ser que lleva en torno a dos semanas para que se
pueda medio pisar, y mucho más hasta que está realmente fuerte.
Había partido de rugby, Gales-Nueva Zelanda, y eso es
sagrado. No le pillo mucho el punto al rugby, aunque desde luego me parece más
entretenido que el criquet, y como aquí es casi una religión me puse a verlo
con ellos. Nueva Zelanda tiene uno de los equipos nacionales más fuertes del
mundo -sino el que más-, han sido campeones en dos de los siete mundiales que
se han disputado hasta la fecha, ambos títulos logrados en casa. Solo con
verles hacer la haka al principio de los partidos yo ya les daba por vencedores y me retiraba del campo. A Gales les metieron 33-10 y los galeses terminaron
con 5 tíos lesionados y otro más con doce puntos de sutura en una ceja. Aprendí
cosas curiosas entre tanto hincha como que para poder ser un All Black
(integrante de la selección nacional) tienes que jugar en la liga de Nueva
Zelanda, a los que se van al extranjero les está vetado este honor.
Tanta sangre en la tele debió activarme los sentidos porque
al salir al jardín vi a la pobre cabra con la mitad de la cara de color rojo
escarlata, y me acerqué a ver qué le pasaba. La muy bestia debió de meter el
cuerno en la tierra o en la valla y al tirar para liberarse se lo arrancó de
cuajo, y estaba sangrando como si viniese de una peli gore. No saltó demasiado
la alarma porque el bicho parecía estar bien, así que un poco de agua y listo.