El mejor rincón del planeta
Cuanto más viajo y más lugares conozco más me reafirmo
en la idea de que estamos en el mejor rincón del planeta. España lo tiene todo:
Ordesa, las playas de Cádiz, Asturias, Canarias, la tortilla, el jamón, la
fiesta y el sol. Lo he recorrido a fondo y sigo repitiendo cada año destinos
diferentes de la península. Y, sin embargo, España invita a largarse.
Hace unas semanas fui al banco a preguntar porqué no
me habían ingresado los intereses trimestrales que mis ahorros estaban
generando y por lo cual los tengo en un banco y no bajo una baldosa del salón.
Con una maravillosa sonrisa la educada señorita me dice que no se van a pagar
más esos intereses, ni ahora ni nunca, y respecto a mi capital ni pensar en
recuperarlo, y ya se verá si es viable una solución para reinvertirlo en algún
nuevo producto que saque el banco. Y la burbuja inmobiliaria, la corrupción política, los recortes, las autopistas de peaje, las televisiones, las energías renovables, las mentiras, los recortes sobre los recortes, la corrupción política, sí, otra vez. Dos manzanas más allá llego a otra entidad
para reclamar la comisión de 24 euros que me han clavado por mantenimiento de
tarjeta. Amenazo con cambiar de banco y entonces me ofrecen educadamente la
misma tarjeta con idénticas condiciones pero sin comisión de mantenimiento. Aún
así exijo que me quiten la comisión ya cobrada y el cortés encorbatado que me
atiende se equivoca de cuenta y descubre tres comisiones cargadas hace meses
con un concepto abstracto que se quita de en medio con tres clics de ratón.
Nos roban en nuestra cara. Pero al españolito le da
igual. Mientras tenga para una cerveza y un pincho le da igual. Los griegos por
lo menos tuvieron los cojones de salir a la calle a linchar a los bastardos que
les robaban en sus narices. Aquí salimos y los propios maderos nos inflan a porrazos
por gritar cánticos contra los recortes a los funcionarios. El 15M fue una
llama de esperanza que se extinguió por falta de oxígeno y ahora la esperanza se
acabó, lentamente y por goteo nos van a sangrar hasta la última gota.
España invita a largarse. La han dejado hecha mierda,
y ni siquiera hemos tocado fondo. Cuando eso ocurra volveremos a la edad media.
El año 2013 hará honor a su negra fama de gafe y cuando termine solo van a
quedar las cenizas de lo que fue el mejor rincón del planeta.
La semilla
A pesar del desaliento que provoca encender la radio y
escuchar las noticias diarias no ha sido esta la causa determinante de mi
decisión de emigración a las antípodas. La semilla se plantó hace tres años,
cuando la empresa que había sido mi ilusión y mi vida durante casi una década
se estaba desmoronando abatida por la morosidad de, entre otros, las administraciones
públicas. Nuestra propia productora audiovisual, nuestra hija, le dimos la vida
y volcamos las nuestras en hacerla crecer. Fue un palo muy duro liquidarla al
que se sumó muy poco tiempo después el final de una intensa relación
sentimental. Momento para replantearse las cosas, pero la idea de Nueva Zelanda
no estaba madura, todavía era un brote en mi cabeza que necesitaba ponerse en
su debido punto.
Decidí entonces lanzarme como freelance, trabajar por
mi cuenta con el objetivo bien claro de ganar menos dinero en pos de disfrutar
de más tiempo libre, mientras el proyecto NZ echaba raíces. Han sido dos buenos
años llenos de ocio y viajes alucinantes, pero esta etapa laboral la siento
finalizada, necesito otra motivación, y la semilla del kiwi está lista para su
consumo. Ahora necesito cambiar de vida, necesito dejarlo todo y lanzarme a
esta aventura, aunque me pegue un batacazo. Nunca me arrepentiré de haberlo
intentado, de eso estoy seguro, pero no quiero mirar hacia atrás dentro de
muchos años y arrepentirme de no haber tenido el valor suficiente para hacer lo
que siempre he querido hacer.
Son decisiones difíciles que no pueden tomarse de un
día para otro. Dejas atrás muchas cosas importantes, sobre todo lazos familiares que van a pesar en el corazón. Pero hay momentos en la vida en
los que hay que renunciar a oportunidades, trabajos, personas y sentimientos
para ir en busca de un sueño. Siempre podrás volver pero no siempre vas a poder
marcharte.