Bye bye New Zealand

Parece imposible que esté de nuevo en Auckland, otra vez, como mi primer día en Nueva Zelanda, como en Navidad y Nochevieja, esta vez para despedirme. Mañana me marcho. Se termina esta aventura que comenzó mucho antes de coger el primer avión. Son ya seis meses fuera de casa pero casi diez desde que nació el proyecto, desde que decidí emprender el viaje.

Preparativos, indagaciones, planes, ilusiones y despedidas durante el verano en España. Nervios, emoción, incertidumbre, decisiones, personas, relatos, alquileres, reservas, emails, llamadas y aventuras durante el verano en Nueva Zelanda. Una mochila llena de experiencias inolvidables. Momentos excelentes que recordaré para siempre, anécdotas únicas y lugares increíbles. Muchos buenos, algunos regulares, y muy pocos malos. La soledad y la nostalgia, especialmente en el último mes, cuando el verano se terminó, los días se hicieron más cortos y el entusiasmo del principio dio paso a la rutina viajera, tan difícil de sacudir.

He sido jardinero, leñador, obrero y peón. Recolector, granjero, pastor, pescador y pescadero. He fregado, limpiado y lavado. He alimentado terneros, cerdos, cabras, gallinas, gatos, perros y humanos. He sido pintor y fontanero. Agricultor y cocinero. He fumigado, cavado, sembrado y plantado. He sido pinche en un restaurante, asistente en una barca de pesca, conductor de quads y camionetas. He sido cámara, fotógrafo, editor, postproductor y bloggero.

Hice todo lo que vine a hacer. Vi todo lo que quería ver.

La vida es sueño, y vivirlos un desafío solo apto para valientes. Los recuerdos de este viaje me acompañarán ya para siempre. Sus imágenes, sonidos, sensaciones y sentimientos son ya una parte de mi configuración, de mi personalidad. Un día miraré hacia atrás y recordaré todo lo que hice en mi vida. En ese momento espero que se me dibuje una sonrisa. Espero sentirme orgulloso. Como me siento ahora.